EL METROPOLITAN MUSEUM DE NUEVA YORK DESPIERTA A LAS BELLAS (PRENDAS) DURMIENTES

Prohibido tocar. ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase del personal que custodia los oscuros rincones de los museos de arte? Sin poner en peligro la delicadeza de muchas de las 250 piezas que se exhiben, el Met añade el tacto a la experiencia de los visitantes de Sleeping Beauties: Reawakening Fashion. La exposición sale, de nuevo, de la creatividad de Andrew Bolton, el comisario del Costume Institute y mano derecha de la Directora de Contenidos y Directora Editorial Global de Vogue, Anna Wintour.

Bolton ha buceado en el baúl del instituto de la moda, que contiene más de 33.000 vestidos, para desempolvar algunas piezas extremadamente delicadas y efímeras. Tanto es así que catorce de ellas se exhiben sin maniquí, extendidas en una superficie plana y protegidas por una caja de cristal, como Blancanieves. De no ser así, su propio peso las desgarraría. Lo explica a Condé Nast Traveler Max Hollein, el director del Met. “Una vez cumplida su misión artística, algunos vestidos pierden su autenticidad. Ese vestido no se puede volver a llevar, ni tocar, ya no se mueve en el espacio. Esta exposición, de alguna forma, reanima estos objetos y los lleva a un ambiente multisensorial”.

Este es el caso de un chaleco de mujer bordado del siglo XVII cuyo relieve se ha reproducido en un papel texturizado, en las paredes de su sala, para que el público pueda pasar los dedos por él y acercarse un poco más a la experiencia de llevarlo puesto. Lo mismo ocurre con un sedoso vestido negro de Dior estampado con margaritas de cuero del mismo color cuyo relieve se ha recreado con una impresora 3D para que los visitantes puedan jugar con sus formas.

Otra de las víctimas del paso del tiempo es un vestido de gala del 1887 del diseñador inglés Charles Frederick Worth. El corpiño y la falda de seda verde con bordados de lentejuelas doradas se encuentran en un estado muy frágil, probablemente, por los tirones que tuvo que resistir en la pista de baile de la época. Por si nuestra imaginación no fuera lo suficientemente creativa, las herramientas de inteligencia artificial han creado un maniquí bailarín que luce ese mismo vestido y así se puede admirar en movimiento haciendo todo tipo de coreografías.

El Costume Institute se ha unido a OpenAI, los creadores del popular ChatGPT, para llevar la experiencia a otro nivel como explica Mira Murati, la responsable del departamento tecnológico. “El gran valor de la IA es que aporta más creatividad y es una colaboración que expande las posibilidades de la exposición”. Como prueba, la última galería de la muestra que está reservada al vestido de novia que llevó Natalie Potter, una mujer de la alta sociedad de Nueva York en los años 30. La inteligencia artificial nos ofrece la posibilidad de hablar con ella y preguntarle detalles de su vestido y de como era vivir en la ciudad en sus tiempos.

“La moda comparte la parte multisensorial de la naturaleza que, a su vez, sirve de inspiración”, asevera Bolton que ha dispuesto la exposición por áreas temáticas: flores, rosas, insectos, pájaros, serpientes, etc. El deseo del comisario es inculcar la idea que la moda es un arte vivo y que cualquier vestido, una vez guardado o arropando a un maniquí se convierte en una pieza muerta. De ahí su ambición de insuflarle vida de nuevo.

Quizás las galerías más sorprendentes son las dedicadas al olfato. La instalación tiene un punto revolucionario. El estudio de la noruega Sissel Tolaas ha extraído las moléculas de la fragancia de los tejidos originales de los vestidos y ha replicado su olor que, a través de unos tubos transparentes, el visitante puede inhalar. Esas fragancias incluyen perfume y loción de cuerpo pero también tabaco, alcohol y, no es broma, el sudor del sobaco. El mismo efecto se consigue al frotar la mano en el papel de pared perfumado que nos descubre el olor del vestido que el diseñador francés Paul Poiret diseñó para su mujer y musa, Denise.

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Olfato, tacto, vista y, por supuesto, oído. El recorrido multisensorial de la exposición está repleto también del sonido de la fricción de los vestidos al caminar, del telar al trabajar los tejidos y de las flores del campo que sirven de inspiración a tantos diseñadores. La inmersión a la moda está llevada al extremo.

Sleeping Beauties: Reawakening Fashion puede verse en el Metropolitan Museum de la Quinta Avenida desde el 10 de mayo al 2 de septiembre del 2024.

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