LOS IMPRESIONANTES MONASTERIOS GRIEGOS QUE DESAFíAN LA GRAVEDAD

Una escalera de cuerda cuelga desde lo alto de una roca, donde se levanta un acogedor monasterio medieval repleto de iconos cristianos ortodoxos. Una armonía perfecta entre naturaleza y el ingenio humano para construir un lugar de oración en lo alto de un pináculo casi vertical. Meteora es uno de los mayores atractivos turísticos de Grecia, y fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco el año 1989.

El conjunto de Meteora destaca por su belleza y espectacularidad. En este lugar se llegaron a construir hasta 23 monasterios, desde que en 1382 un monje procedente del monte Athos fundó el de Mégalo Metéoro en uno de los pináculos. Ya hacía cuatro siglos que en la zona habitaban ermitaños cristianos ortodoxos en las diversas cuevas que forman los montículos de caliza. El resultado final fue un conjunto monumental que durante mucho tiempo reunió espiritualidad y estoicismo.

A finales del siglo XIX muchos monasterios estaban ya en estado ruinoso y actualmente quedan abiertos al público seis

Sin embargo, debido a su precario emplazamiento, pensado para refugiarse de los ataques del imperio otomano, a finales del siglo XIX muchos monasterios estaban ya en estado ruinoso. Actualmente quedan seis (abiertos al público), a los que se ha mejorado el acceso mediante escaleras talladas en la piedra. Un renacer religioso en las últimas décadas ha atraído a numerosos monjes y monjas a habitar entre estas paredes, y el viajero puede recorrer las estancias de estos monasterios ortodoxos que siguen activos desde hace siete siglos.

Acceso imposible

La difícil accesibilidad es su encanto principal a primera vista. No en vano la palabra griega meteora significa “suspendido en el aire”. El visitante se pregunta cómo se pudieron construir, y cómo podían acceder los monjes, teniendo en cuenta que los monasterios ocupan la parte superior de los pináculos de arenisca esculpidos por la erosión a lo largo de los siglos. Algunos grabados antiguos dan algunas pistas de cómo se construían. Es posible que colocaran clavijas en la roca y que alzaran los materiales de construcción a las cumbres. También hay dibujos que muestran cómo hacían volar cometas sobre las cumbres, con cuerdas atadas a las primeras escalas de cuerda.

Los monjes o los visitantes no tenían nada fácil el acceso. A menudo, la única manera de llegar era mediante una red que descendía desde la torre, en la que se sentaba el monje que quería subir, y que hacían ascender a través de un sistema de poleas, tornos y engranajes de madera que movían los monjes que estaban arriba. Este sistema aún se usaba habitualmente a principios del siglo pasado, como atestiguan algunas películas históricas que se pueden ver en los monasterios. Ahora, las redes y los mecanismos están expuestos para el visitante.

Escaleras de piedra, iconos y frescos

Las seis construcciones que quedan actualmente en pie y en activo son accesibles por carretera. Así se acerca el turista al lugar, aunque luego tenga que subir escaleras de piedra de hasta 300 escalones, hasta la entrada principal. También se puede acceder a pie por diversos senderos antiguos abiertos en la montaña, entre árboles y rocas verticales, y que ofrecen unas perspectivas únicas mientras uno va enlazando un monasterio con otro.

Cada uno tiene su propia historia y, por tanto, su propia idiosincrasia. Ahora bien, todos tienen en común el rico interior. Los muros externos y los jardines dan paso a las celdas de los monjes. El refectorio suele contener un pequeño museo de iconos. La torre de ascenso acoge los mecanismos de subida y bajada de personas y materiales. Y, por supuesto, la iglesia principal –el katholikón- está adornada con frescos bizantinos y con los iconos de la tradición cristiana ortodoxa. Allí los fieles encienden sus cirios estrechos y alargados para hacer sus ofrendas y plegarias.

El monasterio de Megálo Metéoro, también conocido como el Gran Meteoro, fue el primero en ser fundado allí y se alza a más de 600 metros de altura, lo que lo convierte en el más alto. Sin embargo, el que tiene el emplazamiento más impresionante es el de Rousánou, erigido en la punta de una aguja de roca. Su iglesia es una de las más espectaculares de la zona. Es un monasterio de mujeres. 

Varlaám, por su parte, debe su nombre al primer ermitaño que vivió allí, en 1350. Agios Nikolaos, Agios Stéfanos y Agia Triada completan este conjunto de monasterios donde se combinan la espiritualidad y la sensación de paz de la naturaleza. En la ruta de unos 10 kilómetros que une el monasterio de San Esteban hasta el Gran Meteoro, hay diversos puntos panorámicos para disfrutar de una vista espectacular de las rocas y los edificios en las puntas de las agujas.

Código de vestimenta

Los monasterios están abiertos al público, pero en diferentes días de la semana y con horarios reducidos. Vale la pena organizar bien la visita para poder acceder al máximo posible de ellos. En todos ellos, es obligatoria una vestimenta decorosa, para lo cual piden al visitante que no vaya en pantalones cortos ni muestre los hombros. 

Una norma un poco menos conocida pero muy estricta es que a las mujeres no les está permitido entrar si visten pantalones, aunque sean largos. Pero se pueden poner por encima unas grandes faldas tipo delantal que cuelgan en las entradas de todos los edificios, o simplemente cubrirse los pantalones con un fular largo.

Y si el visitante aún quiere algo más auténtico, puede intentar acercarse a algunos de los monasterios más apartados, como el de Ypapanti, difíciles de encontrar en las guías turísticas, y en los que normalmente el acceso al público está cerrado. Pero podrán admirarlos desde fuera y ver, por ejemplo, cómo todavía funcionan plataformas elevadoras para acceder a lo alto de la roca y cómo las utilizan los monjes que viven allí.

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